Prólogo

Lección tras lección… y aún no aprendemos.

El cambio siempre comienza en algún lugar, de formas casi imperceptibles.

Y, sin darnos cuenta, la luz comienza a apagarse lentamente, sin que podamos imaginar hasta qué punto.

Los aplausos de un holocausto resuenan sobre tierras que alguna vez soñaron con la equidad.

Un caudal oculto fluye entre ideas dispersas y acciones contradictorias. Todo indica que la sociedad se fragmenta.

Es el inicio de nuevas comunidades, levantadas no por esperanza, sino por la necesidad de resistir la tiranía que nace…

Ahora, todo parece una guerra civil silenciosa.

Cada día se vuelve más difícil respirar.

Llorar ya no sirve de nada. No hay a dónde huir. Solo quedan los megáfonos, vomitando órdenes al viento.

El impulso humano se torna caótico, la resistencia se desdibuja, y la tranquilidad se ha extinguidoen cada rincón donde aún se lucha por la libertad.

A pesar de las pérdidas,la cavidad social —vacía y dolida—permanece muy lejos de aquello que soñamos. Le dejaremos a las generaciones presentes y futuras un mundo retorcido, hecho de ruinas y gritos no escuchados.